Por Raúl Zuleta
Con el mismo espíritu con el que Pablo escribió una de sus primeras cartas, hoy es necesario hacer una nueva denuncia de lo que se pudiera denominar “El evangelio de los Gálatas modernos”. Un evangelio minimizado, censurado, maquillado y sobre todas las cosas deformado de lo que realmente es el único y verdadero Evangelio.
Así como las Iglesias de Galacia (hoy Turquía) se habían vuelto tras la enseñanza de falsos maestros, los cuales “en nombre de Dios” enseñaban una novedosa manera de vivir el cristianismo; de la misma manera hoy muchos están apostatando de la fe tras espíritus engañadores y doctrinas de demonio. Donde la palabra “Prohibido” es su estandarte más alto.
El problema de aquel momento giraba en torno a las prácticas de la ley Mosaica del judaísmo, los llamados «judaizantes» enseñaban que para convertirse en seguidores de Jesús los gentiles debían cumplir con la ley. Las practicas más controversiales eran la circuncisión, la comida sacrificada a los ídolos, las fiestas anuales y la idolatría. Pero lo que realmente molesto a Pablo y generó el primer concilio de la iglesia (Hechos cap.15), fue la enseñanza de que la justificación [o salvación] se conseguía por medio del cumplimiento de los principios judíos «las obras de la ley».
Los Gálatas de hoy enseñan exactamente lo mismo, el creyente se encuentra en la obligación de pertenecer a una denominación, cumplir con ciertas normas y vivir de acuerdo a un nivel de “espiritualidad” que lo hace apto para el reino de los cielos. Los gálatas de hoy, siguen siendo esos mismos fariseos legalistas que intentan esclavizar a los hijos de Dios con cargas que ni ellos mismos pueden llevar. Actúan de igual manera que aquellos que Jesús llamó hipócritas, falsos maestros y soberbios, como vemos en los evangelios, y seguramente también crucificarían a Jesús, desconociendo además Su soberanía en toda la historia.
¿Cómo identificamos a los Gálatas de hoy?
A la luz de que la Biblia nos exhorta a juzgar con justo juicio y no según las apariencias (Jn 7:24); y más aún, por el hecho de que el espiritual juzga todas las cosas (1Co 2:15). Será mi labor exponer en los términos más directos y resumidos posibles, las características principales de los Gálatas modernos:
- Se preocupan más por la apariencia externa que por el crecimiento interno. Hacen todas las cosas para ser visto por los demás, y son indudablemente como sepulcros blanqueados; por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre.
- Se aferran a las tradiciones de sus antepasados yéndose al extremo legalista en el que todo debe ser visto como pecaminoso, prohibido y carnal a menos que se haga conforme a su sistema. Su filosofía se basa en infundir miedo y ansiedad enseñando instrucciones humanas respecto a lo que se debe hacer para agradar a Dios. Las reglas y las tradiciones establecidas por su denominación están por encima de los mandamientos Bíblicos.
- Enseñan lo que sus discípulos quieren escuchar, y no lo que sus corazones necesitan conocer. Estos se caracterizan por la enseñanza de fabulas apartando la verdad de sus oídos.
- Promueven la separación y las divisiones dentro del cuerpo de Cristo, abrazados a una supuesta “Doctrina Bíblica”. Los Gálatas de hoy nunca estarán dispuestos a trabajar o a vincularse con iglesias u organizaciones cristianas que tengan diferencias.
- Sus líderes escalan a un nivel de superioridad y autoridad que los califica como seres intocables, intachables e inigualables. A estos hay que rendirles pleitesía, honor y buscar la manera de imitar sus patrones de conducta.
- El trasfondo de sus intenciones radica en la avaricia y el orgullo. El corazón de ellos está lejos de Dios, porque no se han arrepentido genuinamente.
- Adjudican la responsabilidad del pecado a un agente externo.
El único efecto que produce este sistema esclavizante es lograr que sus participantes basen su identidad -no en Cristo- sino en sus logros, o en su buen comportamiento por el cumplimiento de sus reglas. Generando de esta manera que los demás juzguen a quienes son «peores» que ellos y envidien a las personas que son «mejores».
El punto focal de los Gálatas modernos es tratar de ganar la salvación por medio de las obras. Los Gálatas de hoy niegan la suficiencia en la obra salvadora de Cristo, desafían al verdadero evangelio al enseñar que los creyentes deben confiar en la carne o en el hombre para “completar” su salvación. No son únicamente enemigos, sino además deciden ignorar la Cruz de Cristo.
Una vez más reiteramos que la salvación Dios la ha puesto a disposición del hombre GRATUITAMENTE. No hay nada que el ser humano pueda hacer para ganarla; no hay obra, sacrificio o penitencia que hombre alguno pueda realizar para merecerla. Es una provisión que Dios ha hecho por amor a nosotros y a favor de nosotros por pura gracia, por pura misericordia, para que nos apropiemos de ella creyendo, confiando y obedeciendo; en otras palabras, para que la alcancemos por medio de la Fe. Y esto precisamente es lo que resumen las sentencias de Sola Gratia y Sola Fide. Fundamentados en lo dicho por Pablo a los Efesios:
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. (Efe 2:8-9 NVI).
Estamos llamados a defender la fe y a predicar de manera tal que todo hombre sepa que nadie es justificado ante Dios por la Ley, porque el justo vivirá por la fe (Gál. 3:11). Es indudable que el cristianismo contemporáneo necesita una nueva reforma, necesita hombres como Martín Lutero, necesita volver a sus fuentes, necesita volver al evangelio verdadero. Latinoamérica necesita un verdadero avivamiento, pero como consecuencia de una verdadera evangelización.