Por Adriana Cassiani
La maternidad, sin duda alguna, es una de las bendiciones más anheladas por la mayoría de mujeres pero, ciertamente, no a todas nos toca vivirla de la forma soñada. Llegó para mí a la edad de 19 años, un poco madura pero no lo suficiente para asumir esta responsabilidad. Este papel para mi ha venido cargado de muchas emociones, circunstancias y en algunas ocasiones desánimo, ¡toda una montaña rusa! Sin embargo, no he parado de agradecer a Dios por este regalo inmerecido.
Antes de ser quien soy ahora (una mujer cristiana) asumí este rol de la manera que humanamente parecía correcta, lo que hasta el momento no ha sido fácil. No podemos fingir que a veces nos comparamos con la madre “perfecta” con unos hijos “perfectos”, siempre arregladas… En ese instante llega la frustración en forma de pensamientos ¿qué pasó conmigo?¿porqué no puedo ser igual?
Por muchos años no encontraba el verdadero propósito de la maternidad en mi vida, creía que no estaba diseñada para eso y cuando te enfrentas a la realidad de asumirlo sola, con tres niños, diferentes personalidades y gustos, se vuelve un reto casi imposible de lograr. Yo sin antes luchar ya me daba por vencida. Preguntas día a día generaban angustia en mi corazón ¿por qué Dios me da esta responsabilidad y a la vez decide dejarme sola?
Hoy me encuentro en una etapa diferente de la vida, una mujer quizá más madura y conocedora de Cristo y de su palabra. Y aún con todo este conocimiento no deja de ser un tarea compleja, hoy tengo las herramientas correctas para guiarme y las uso como hoja de ruta. Colosenses 3 – 17 me dice: “Y todo lo que hagan , de palabra o de obra , háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios al Padre por medio del Hijo”.
Después de leer y atesorar estas verdades pienso: fui llamada y escogida para esta labor, Dios me dice que lo que haga, lo haga para la gloria de su nombre, por tanto la verdad es que esto no debe ser una carga sino un deleite.
La maternidad no es una competencia que debe ser ganada, sino un regalo que debe ser disfrutado; Jesús ya ha ganado todo y su recompensa es eterna para nosotras, debemos vivir confiadas para disfrutar de este viaje, pues no nacimos para ser perfectas, ni para tener niños perfectos, con vidas perfectas. Nacimos para darle la Gloria al Padre, y nuestro propósito en esto es llevar niños que glorifiquen el nombre de Dios.
Hoy conocedora de estas verdades,puedo estar segura que no soy la mejor madre, pero he sido llamada para serlo. Él no me escogió para dejarme sola, sino para darme todo su respaldo y vivir confiada en que cada día me alimenta y llena con su amor y gracia. Por tanto, sé que mi posición en la maternidad debe ser de agradecimiento a Dios. oraré sin cesar, buscaré su consuelo y guía en el camino del amor en Él. Soy una mujer triplememte bendecida por un Dios tan real como cada cicatriz y mi cuerpo me recuerda de manera permanente para que fui elegida.
“Estén siempre alegres, oren sin cesar , den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús “
1 de tesalonicenses 5 _ 16-18
Hoy vivo mi maternidad muy lejana a la manera como la soñé pero sé que los planes de Dios son tan perfectos como Él. Así que hoy abrazo esta etapa de mi vida como el mejor de los regalos vividos en su voluntad . Doy gracias al Padre por los hermosos hijos que me dio y lo feliz que soy al ser su madre .
¡Ama tu maternidad con las locuras que esta traiga!
PD : Dios siempre envía ángeles a tu vida para acompañarte, yo tengo dos, mis padres, ¡unos duros en esto!