UNA MUY BREVE REFLEXIÓN PARA PONER NUESTRAS CONVICCIONES EN ORDEN

Por Pastor Jose Escobar

Gálatas 3:27-29 Nueva Traducción Viviente
(27) Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva. (28) Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús. (29 Y )ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes.

Aunque cada vez se ve menos (al menos eso parece), hay muchas iglesias, especialmente en América Latina donde la formación teológica es muy pobre tanto a nivel de pastores y por supuesto aún más en las congregaciones, que han acogido prácticas como usar la bandera de Israel, el shofar, la menorah, entre otros, así como también el lenguaje hebreo como si esto tuviera algo que ver con el cristianismo. Una cosa es la historia y la geografía cultural expuesta en la Biblia, y otra cosa es lo que el mismo Jesús -léase: Jesus, Emanuel (Dios con nosotros), no Yeshua o Yeshuva- enseña y ratifica con el Nuevo Pacto.

Como está citado en Gálatas 3:27-29, el cristianismo no es de los judíos (de hecho su desprecio fue profundo desde el A.T.), sino algo que categoriza y reúne a quienes han reconocen a Jesús como Rey, Salvador, Mesías. Es claro el alcance del Evangelio: no es exclusivo de los judíos, sino de aquellos que creen en Jesús. De hecho, Juan 3:16-21 deja claro que “de tal manera amó Dios al mundo…”, no se refiere a los judíos, sino al mundo, “que envió a Su Hijo Unigénito para que todo el que cree en Él”, no para los judíos, sino todo el que cree en Él.

Dicho esto, esa tendencia a llenarse de rituales, símbolos, música y danza judías, es un retroceso o una falta de entendimiento del Evangelio en sí mismo. Es necesario que tengamos una comprensión bíblica de la Biblia misma, y eso implica reconocer con humildad que es necesario aprender a estudiarla, aprender a acercarse a ella y deleitarse en escudriñar las Escrituras. ¡Qué enorme gozo hay cuando nos deleitamos con la fiel interpretación de la hermosa y clara Palabra de Dios!

Tales rituales judíos se conocen dentro de la iglesia como conductas judaizantes o judaización del cristianismo (léase así: no es lo mismo lo uno que lo otro). Esto dice Juan Córdova, en el blog de Mario Fumero:

“En la Iglesia primitiva, siempre existieron grupos de judíos cristianos que consideraban que las leyes Levíticas aún estaban vigentes para los gentiles que se habían convertido a Cristo. Entre las prácticas que querían implementar está el rito de la circuncisión. Podríamos decir que “judaizar” es “querer vivir como judío” siendo que una vez salvos ni judío ni gentil está obligado a circuncidarse. En Gálatas 2:14, Pablo llama a estas personas introducidas en la Iglesia de Galacia; “falsos hermanos” (2:4). Los Judaizantes decían “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.” (Hechos 15:1). Tenemos aquí que distinguir entre los judíos (no salvos) que siempre practicaban el rito de la circuncisión; y a los judíos que les había llegado el Evangelio llamados por Pablo en Hechos 11:2; Gálatas 2:12 y Tito 1:10 “los de la circuncisión porque aun querían imponer el rito a todos los creyentes.”

En este orden, el cristiano no es judío, no es israelita, no sigue tales ritos, eso no lo enseña la Escritura, es algo que puede conducir a lo que se llama “herejía”, puede conducir a la “apostasía”, y claramente deja ver la necesidad de aprender a conocer las Escrituras, humildemente, tal y como son, y dejarse enseñar, para poder conocer el Evangelio de Jesús.

Vamos a cuidarnos. Seamos cuidadosos. Honremos a Dios, el Dios de la Biblia.