Por Raul Zuleta
¿Es posible hablar de una innovación del evangelio? La iglesia contemporánea esta llamada a implementar una innovación del evangelio. Indiscutiblemente vivimos en un contexto histórico, social, cultural y político, completamente diferente de aquel en el que fueron difundidas las buenas nuevas por primera vez. Se dice que “la clave de la innovación del evangelio es transformar la presentación y su transmisión, pero mantener la esencia del mensaje”.
¿Cuándo hablamos de innovación a que nos referimos?
Hoy día se ha escrito mucho sobre la innovación. Una rápida búsqueda por Amazon arroja más de 76.000 libros sobre el tema. De hecho, un sondeo en la literatura académica producirá un sinfín de definiciones diferentes. Y claro está, la mayoría de las cosas escritas sobre la innovación tienen su origen en los negocios y la tecnología.
En pocas palabras, la innovación es “el cambio que introduce novedades, y que se refiere a modificar elementos ya existentes con el fin de mejorarlos”. Este término proviene del latín “innovativo” que significa literalmente “Crear algo nuevo”. Pero una de las ramas de la innovación que es más aplicable al evangelio se conoce como “la innovación social”, y esta se refiere a “la creación e implementación de nuevas soluciones para nuevos problemas sociales”. Y aunque parezca difícil creerlo, este es un concepto que se encuentra implícito en la Biblia.
1 Corintios 9:20-23 20Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a estos. 21Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. 22Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. 23Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus frutos.
Claramente podemos observar como el apóstol Pablo para lograr la misión que Dios le había encomendado, él adoptaría los elementos sociales y culturales del contexto donde estuviera con el fin de ser más eficaz en su misión. Pablo tuvo que utilizar diferentes recursos para aplicar su mensaje a los gentiles a diferencia de aquellos que utilizaron los apóstoles en Jerusalén. Literalmente Pablo tuvo que innovar.
El mundo ha cambiado, la cultura ha cambiado, e incluso podríamos decir que los ídolos que hoy alejan a las personas de Dios y los hacen estar en contra de su Palabra han cambiado. Es por esta razón, que el evangelio debe ser contextualizado, y esto implica innovar las maneras de presentarlo y de transmitirlo, que se encuentren ligadas al contexto. Por ejemplo, los apóstoles no tenían todos los recursos tecnológicos que existen hoy día, los cuales pueden ser utilizados para que el evangelio impacte de una forma más amplia, eficaz, clara y contundente posible. Timothy Keller dice al respecto:“La contextualización del evangelio, es la comunicación sana del evangelio en un lenguaje vernáculo para una cultura y tiempo determinado”.
Muchos han cometido el error de cambiar el mensaje del evangelio, creando un evangelio diferente en el que literalmente cambian la verdad de Dios por una humana. Estos no se diferencian en nada de aquellos que Pablo advirtió a los Gálatas diciendo: No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. (Gálatas 1:7).
El término griego “evangelio” (ev-angelion) distinguió al mensaje Cristiano de otras religiones. Un “evangel” era la noticia de un gran evento histórico que cambiaba la condición de los oyentes y requería una respuesta (como las nuevas de una victoria en la guerra o el ascenso al trono de un nuevo rey). Por lo tanto, el evangelio es la noticia de lo que Dios ha hecho para lograr la salvación a través de Jesucristo en la historia. No es un consejo de lo que debemos hacer para alcanzar a Dios. Nosotros no ganamos esta salvación. Solamente la aceptamos.
El centro del mensaje del evangelio no puede ser cambiado, pero lo que si debemos innovar es la manera en la que este mensaje puede resultar vivo, adaptable y pertinente a la cultura del grupo social en el que nos encontremos.
Por otro lado, tampoco debemos caer en el error de sobrevalorar una cultura y adoptar aquellos elementos que sean contrarios a la voluntad de Dios. Ya que de esta manera estaríamos aceptando los ídolos de esa cultura. Recordemos que estamos en este mundo, debemos participar de las cosas de este mundo, pero en última instancia no somos de este mundo (Juan 17). No podemos amoldarnos a la forma de este mundo (Romanos 12:2), ya que estamos llamados a ser la sal en medio de la corrupción, la luz en medio de la oscuridad y las ovejas en medio de los lobos.
El gran reto que tiene la iglesia actual es difundir fiel y eficazmente el mensaje de salvación en medio de tanta confusión, falsas enseñanzas e ideas distorsionadas; pero también en medio de tanta tecnología, recursos y medios actuales.
La esperanza de todo cristiano debe afianzarse en la realidad de que indiferentemente del contexto en el que nos encontremos, el evangelio seguirá siendo:
“Poder de Dios para salvación de todos aquellos que creen” (Romanos 1:16).